Educación Artística

Arte en Chile dentro de la Dictadura Militar

jueves, 2 de diciembre de 2010

LA PROBLEMÁTICA DEL CUERPO EN LAS OBRAS DE: CARLOS LEPPE, JUAN DÁVILA Y EL COLECTIVO ARTISTICO "LAS YEGUAS DEL APOCALIPSIS"




En Chile a mediados de los setenta y a principios de la década de los ochentas, se instala el régimen militar permeando todas las áreas de la población chilena. Sin duda una de las áreas más dañadas fue la cultura y expresión artística, siendo censurada y reprimida por definirla como amenazante para la ideología reinante.
De esta forma, surgen algunas alternativas en el área del circuito artístico, como lo fue “La Escena de Avanzada”, moldeada como forma de protesta social, que en contraposición al gobierno genera influencia de protesta casi desapercibidamente.

A través de esta avanzada surgen artistas que van mas allá de las retoricas del problema social como por ejemplo Carlos Leppe y Francisco Casas con su temática de la Problemática del Cuerpo, ésta se vuelve expresión viva de la tortura, del sufrimiento que padece ante la limitación, el rechazo e indeseabilidad de lo diferente, lo cual se plasma en un grupo minoritario como es el grupo homosexual y travestidos.

Así este trabajo tiene por objetivo analizar las obras de los autores Juan Dávila, Carlos Leppe y el colectivo “Las Yeguas del Apocalipsis” contextualizando el sentido de su obra y el legado dejado al arte en nuestro país.

Cuando hablamos de la escena de “avanzada” en Chile, podemos observar que trabajó contra las reglas institucionales durante el periodo del régimen militar a fines de los años setenta. La escena de avanzada como tal no tuvo nunca acceso a una enseñanza dentro de las universidades, su discurso esta fuera de los discursos universitarios, ya que no tenían cabida dentro de las instituciones gubernamentales de los ochentas.
Sin caer en el error de catalogarlas como grupo anarquista, deja a un lado todo academicismo y acto pictórico de caballete como corriente principal artística, utiliza un nuevo concepto como lo fue el cuerpo utilizado en la performance que actúa como eje distractor en tiempos de censura y la pintura usada a modo de collage, mancha o composición con distintas técnicas y métodos. Durante esta corriente de la “avanzada” nos podemos encontrar con dos artistas que van a contrapelo de los circuitos performáticos de este grupo. Uno de ellos es Carlos Leppe quien en sus pinturas incorpora el concepto del barroco con cargas muy fuertes y simbólicas, burlándose de la escena de avanzada chilena y haciendo ciertas parodias con un arte más bien de descontento social, en donde utilizaba tanto performance como pintura.

De esta forma Leppe toma ciertos elementos de artistas chilenos para sus obras, y por otra parte también utiliza performances como elemento de de javú, como lo fue en aquella llegada al museo de bellas artes en el año 2000, ironizando y vertiendo excremento en su cabeza como irrupción violenta, aludiendo a lo que ocurría en Chile, haciéndose parte del otro, (poniéndose en el lugar del otro) como por ejemplo niños drogándose, prostituyéndose o asesinados, o también como una forma teatral, interpretando un nuevo rey junto a su corona de vasija en forma de pene que llevaba en su cabeza, donde en el texto de Justo Pastor Mellado dice; “No ha sido la imagen, sino la presencia del cuerpo vivo en la inauguración de la exposición… la fobia a la representación de la corporalidad es diluida por un cuerpo jadeante, que metaforiza desde el trauma de origen del cuerpo social…”.
Es por esta razón que Leppe quiere representar que como artista también vale, en donde el arte ya no solo consiste en la reproducción gráfica mediante pigmentos, sino que también se puede integrar el cuerpo como soporte a salones y museos ya sea como fotografía, instalaciones, etc.
Esta es una de las razones de la problemática por la que nace la utilización del cuerpo, en donde va acompañado anteriormente de un concepto o idea social.

Adentrándonos en nuestro segundo artista según el discurso de Nelly Richard sobre las obras de Juan Dávila se puede decir que es un caso anómalo, debido a que toma citas, las transforma e infecta con cortes o collage como lo hacía Eugenio Dittborn, ya que toma el imaginario de revistas de cómics, de arte o pornográficas para interpretar un cuerpo violentado como por ejemplo la problemática de la infección del sida, donde al usar el cuerpo como matriz para interpretar un discurso de transformación también se puede interpretar como la copia de obras de vanguardia europea como queriendo ser otro, manchando las obras con su propia mano. Juan Dávila siempre ocupa todo el cuerpo de la pintura, lo trasvierte, juega con él, y no tan solo pintando cuerpos, sino que también ocupando todas las materialidades para desarrollar su concepto. Son bajo estos méritos que tanto Carlos Leppe como Juan Dávila representan a Chile en la bienal de París en 1982 como grandes exponentes del arte en nuestro país.

Por otra parte se encuentran los artistas que no pertenecieron a la escena de avanzada, Pedro Lemebel y Francisco Casas quienes participaban como dúo, en su propio colectivo. Impulsores de “Las Yeguas del Apocalipsis” con una de sus más importantes obras “Las Dos Fridas”, que hace alusión a la pintura de Frida Kahlo, con una temática del ser gay y pobre en Chile. Así en los ochentas se abrió el debate de los homosexuales y de las enfermedades tan fatales como el Sida. Las Yeguas del Apocalipsis utilizaban en la performance su cuerpo como eje transversal, en la cual interpretaba por su parte el descontento y el rechazo social hacia esta minoría sexual.


En cuanto al cuerpo como tal según el texto Márgenes e instituciones de Nelly Richard nombra una serie de interpretaciones en donde podemos destacar “…el cuerpo es el escenario físico, es un agente material de reestructuración de la experiencia como productor de sueños, transmisor de mensajes, etc”.
Esta idea la podemos deducir como un discurso en donde el gran soporte es el propio artista, debido a que es capaz de interpretar todo y más que una obra pictórica, es el encargado de crear conciencia social como lo eran las temáticas del arte-político, de llevar el arte más allá de lo sublime, su teatralización como lo fueron las obras de Raúl Zurita quien forzaba su cuerpo, su rostro, violentándolo hasta hacer de él un momento único de inspiración. “El cuerpo como problema también lo podemos interpretar como forma de pérdida, como un arte de excavación”; según Justo Pastor Mellado, quien habla de una reconstrucción de restos y cuerpos desaparecidos durante la dictadura chilena bajo la obra de los zapatos de Carlos Leppe.


Análisis de obras

“El Libertador Simón Bolívar”
Autor: Juan Dávila
Instalación Utopía, Londres 1944



Carlos Leppe
El perchero
1975
Madera, Fotografía y Bronce
180x120 cms
Galería Módulos y Formas Santiago, Chile


Las Dos Fridas
Yeguas del Apocalipsis
Francisco Casas y Pedro Lemebel
1990
160 x 150 cm
Galería Bucci, Santiago


Las obras de Juan Dávila son uno de los principales discursos de Nelly Richard, sin embargo no lo integra a la escena de avanzada, ya que Dávila es un artista con una temática a la resistencia del gobierno dictatorial a principios de los ochentas y con un concepto asociado más al movimiento rupturista.
Para Juan Dávila en la temática del cuerpo como pintura según Nelly Richard habla de “un cuerpo que se verbaliza mediante la transformación, de lo visual como plano y en lo textual como fondo. En este discurso la pintura transforma el cuerpo de lo visible (en la pintura) y lo legible (en la escritura) como acto de interpretación”. Esta idea equivale a la mirada que entrega el artista en sus obras, donde la forma de la composición, la técnica y el valor histórico-social dan paso a la interpretación, como factor principal en su concepto, donde ocurre un cierto travestimiento de la obra como lo podemos ver en su pintura “El Libertador Simón Bolívar”, obra que ganó dentro de un concurso de FONDART.
Al analizar su pintura podemos considerar ciertos parámetros en donde se manifiesta una ambigüedad sexual como es el caso de la performance “las yeguas del apocalipsis” de Carlos Leppe, donde la corporeidad juega con las apariencias y la imagen se reinventa.
En esta obra Dávila toma ciertas citas, transforma e infecta con cortes y trasposiciones de diferentes figuras como lo eran fragmentos de otros autores, por lo tanto “COPIA” muchas obras para formar su composición. En la parte lateral izquierda de la cabeza del caballo podemos observar una obra de Piet Mondrian, pintor vanguardista que trabaja sólo con los colores primarios: rojo, amarillo, azul y el no color blanco como fondo, quien repudia las texturas, mientras que en la parte centro izquierda observamos una imagen de Simón Bolívar montado sobre su caballo, quien ayudó a la derrota del Imperio español, y de manera decisiva a la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, con volumen y textura contraponiéndose como mancha que denigra el orden de la pintura dentro de la obra.
Aquí la imagen más controversial es el propio Simón Bolívar pintado como fetiche que muestra un cuerpo violentado e ironizado. Se muestra a Bolívar con pechos de mujer en su torso, sus piernas de forma semidesnuda, y levantando el dedo del medio diciendo “jódanse”, esta última haciendo alusión a una imagen anglosajona, que se podría interpretar como la adquisición de culturas y costumbres que son copiadas de forma reiterada en nuestro continente, todo esto dentro de un fondo blanco que se dispone para la interpretación textual del espectador y con una composición finalmente fragmentada. Bajo esta idea el autor crea esta obra con el fin de problematizar la discusión en torno a nuestra identidad latinoamericana que contiene un mestizaje de signos y parodias.
Por lo tanto Juan Dávila es un traficante de imágenes en donde mezcla erotismo ironía y arte ocupando el cuerpo como identidad, ultrajado y cortado, como acto similar a la obra de “El perchero” de Carlos Leppe donde utiliza el cuerpo como soporte desnudo.
Carlos Leppe es un artista que incorpora el arte barroco aludiendo al informalismo de Balmes, el arte póbera y tomando elementos de la pintura de ciertos artistas chilenos. Presente en la obra de Juan Dávila y perteneciente dentro de la escena de Avanzada a fines de los años setentas, se contrapone a Francisco Casas y Pedro Lemebel que no pertenecieron a esta escena, donde el travestismo los une y dejan en evidencia su masculinidad, del querer ser “otros u otras”.
Leppe en su obra “el perchero” utilizó el registro fotográfico de una acción de arte y principalmente trabajó la temática del cuerpo como soporte, Nelly Richard en su libro márgenes e instituciones dice; “esta obra creada en el año 1975 marcó la primera comparecencia fotográfica en el arte chileno desnudo masculino travestido de mujer”.
Al analizar esta obra podemos observar como concepto principal la sexualidad del autor en donde el cuerpo se simula con parches, castra la identidad masculina, y antecede un cuerpo masculino que al ser trasvertido puede aludir a la retórica de lo femenino. Esta obra consta de seis fotografías, en primer lugar tres torsos desnudos e invertidos que niegan el rostro de un hombre junto a un par de pechos que se mutilan, se ponen y se superponen como cuerpo erotizado y reprimido, como símbolo de querer ser otro, de no sentirse a gusto con el aspecto físico, por otra parte se exhiben tres extremidades inferiores, una de ellas (la del centro) con cinta adhesiva que cubre y niega su corporalidad, mientras que las fotografías inferiores laterales muestran un ropaje con mucho pliegue evitando mostrarse en todo momento como ente sexual. Con la obra de “El Perchero” también podemos interpretar una historia de dolor por los hechos cometidos en la dictadura militar, como cuerpo mutilado, ultrajado y torturado, junto a un perchero que da la idea de simbología social, cuerpos colgados, sometidos a hechos de terror y represión, que se puede asociar al discurso de Las Yeguas del Apocalipsis como voz popular de grupos homosexuales reprimidos ante una sociedad clasista y conservadora.
Con la obra de Leppe podemos concluir en que su registro expresa la necesidad del ser otro, de reinventarse ante un sistema estricto y normativo en donde el cuerpo interpreta hechos de censura como eje distractor y que no aparece y no puede aparecer de forma explícita así como la obra de Pedro Lemebel y Francisco Casas, “Las Dos Fridas” que apela a la obra de Frida Kahlo.

“Las yeguas del Apocalipsis”, Las dos Fridas es una obra creada en fines del año 1987, que tiene cierta simbología dentro del arte chileno como acción de grupos gay en tiempos de dictadura. Como sabemos la performance es efímera, es decir el que tiene la oportunidad de verla será privilegiado, es un arte que no se vende como una obra pictórica o fotográfica, sin embargo se puede tomar un registro como es el caso de la obra de Lemebel y Casas. El concepto de Las Yeguas del Apocalipsis se remonta a una relación con el travestismo, con lo callejero, y como parodia, los cuales de denominan como “minoría” haciendo un acto de apropiación de Frida Kalho, y con esto una “subversión”; Al analizar esta performance debemos aclarar que este colectivo no pertenece a la escena de avanzada, sin embargo podemos hablar de la temática del cuerpo trasvertido, que se puede interpretar como “no querer ser lo que se es”.
Una de las expresiones con mayor arraigo popular tuvo como concepto la violencia y la represión hacia esta minoría, la cual luchaba por mayor respeto, aceptación y educación como enfoque a conocimiento de enfermedades que el ser gay o no gay podría transmitir en el tiempo, “una educación de auto cuidado”.



En esta obra observamos a Lemebel y Casas sentados uno al lado de otro, en la derecha podemos observar un cuerpo fuerte e independiente que provee de fuerzas al cuerpo sentado a la izquierda como protector del mas débil.
Los corazones de Casas y Lemebel son visibles al espectador, el corazón de la imagen derecha se corta y se desgarra manchando su vestido para dar énfasis al dolor, la herida, que se enfrenta a la angustia de no llevar los mismos derechos de otros hombres o mujeres, haciéndolos dudar de su existencia, cayendo en la prostitución, la droga, o el suicidio.
Las Yeguas del Apocalipsis por su parte fueron la voz de los homosexuales, y por otra fue el cuerpo llevado a su máxima expresión al igual que Juan Dávila y Carlos Leppe quienes utilizaron su propio cuerpo como soporte como forma irónica, simbólica y violentada, como cultura hibrida, y con el fin de que se acabase la dictadura.

Al comprar estos autores, tanto en la obra de Juan Dávila, como la de Carlos Leppe “el perchero” y las Yeguas del Apocalipsis podemos interpretar el cuerpo como problema bajo una idea de falsa identidad, en donde los artistas muestran cierto carácter crítico al momento de realizar sus obras.
Estos autores han permitido marcar o inaugurar un sello netamente chileno, saliéndose o apartándose de los cánones impuestos por la academia con un objetivo o contexto donde descansa el arte el cual se desarrolla como portavoz al reclamo ante la censura y limitaciones vividas por el régimen militar.
También vemos como se pueden transgredir las costumbres y convencionalismos del género, es decir, se muestra públicamente un grupo que no tiene voz como los homosexuales y travestidos, lo cual se valora ya que es una vertiente que ha permitido una continuidad de lucha y cuidado de la comunidad gay en Chile a través de los años.

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